La familia Avela, ejemplo de competitividad agraria

Siete de sus 40 hectáreas de tomate han producido en los últimos cinco años una media de 100.000 kilos, rondando este año los 140.000 kilos

La competitividad en el cultivo del tomate en Extremadura se ha convertido en un elemento esencial para que el rendimiento de la producción sea lo suficientemente atractivo y rentable.

De ello está convencido Rufino Avela, un agricultor de Balboa que lleva, junto a su padre y su hermano, Domingo y Ángel, respectivamente, una explotación de tomate de algo más de 40 hectáreas, 7 de las cuales han producido en los últimos cinco años una media de 100.000 kilos de tomate. “Este año, si se recoge bien y no hay problemas por lluvia, podríamos llegar a los 140.000 ó 160.000 kilos”, asegura Rufino.

Dice que no hay secretos en ello, pero revela que “mimamos mucho el tomate”, además de “mirar al cielo, desde que lo siembras, y rezar”. En cualquier caso, la experiencia de este agricultor, transmitida por su padre, y la pasión que les desborda por un cultivo al que han dedicado toda su vida también influyen.

“La tierra buena hace mucho, pero también el agricultor y sus maneras, los buenos usos, tratar bien al tomate y no reparar en gastos, porque son muchos, y esperar que, cuando se hacen las cuentas a finales de año, haya salido rentable todo el trabajo y esfuerzo que hemos dejado en este cultivo”, subraya Rufino Avela, que, sin embargo, mira con incertidumbre el futuro ante la nueva reforma de la OCM del tomate para industria.

Rufino es, de hecho, licenciado en ingeniería industrial, pero, tal y como comenta su padre, Domingo Avela, “se dedica a esto porque le gusta, está aquí porque es feliz”, señalando a la experiencia y al amor por este cultivo como ‘receta secreta’ para obtener esta producción récord.

Igualmente, reconoce que deben soportar unos altos gastos, “es dar de comer a 36.000 plantas por hectárea”, indica, a la vez que señala que la variedad de tomate que cultivan es la H-9661. “No puedes ser tacaño en esto, además, también debes dejarte asesorar, sobre todo en temas de abono e insecticidas, pero también hacer caso a tu corazón y tener en cuenta tu experiencia, porque a veces hay que ir siempre por delante y si ves que se prevé que haga mal tiempo, hacer un tratamiento para los tomates. Porque es como cuidar un niño, al que hay que vacunar antes de que enfermen”, concluye Rufino.
La familia Avela, ejemplo de competitividad agraria

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