En un contexto marcado por el relevo generacional, la falta de interés por el trabajo agrario y la competencia entre empresas del sector, iniciativas como esta muestran que el modelo cooperativo puede adaptarse y liderar soluciones frente a desafíos estructurales del campo.
En plena campaña de cerezas, la Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte ha dado un paso firme para garantizar el desarrollo de esta temporada agrícola: ha contratado a 75 mujeres procedentes de Marruecos para cubrir los puestos de trabajo en su central frutícola. La medida se ha llevado a cabo a través del programa de Gestión Colectiva de Contratación en Origen (GECCO), aprobado por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, con el objetivo de cubrir la preocupante falta de mano de obra que viene afectando año tras año al sector.
La llegada de estas trabajadoras responde a una necesidad concreta: cubrir puestos como operarias de almacén durante los meses de mayor actividad en la selección y envasado de cerezas. La Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte había lanzado previamente una oferta de empleo para más de 200 personas, pero se encontró con serias dificultades para encontrar personal suficiente. "Convocamos los puestos de trabajo pero hubo muchos que quedaron libres y son los que ofertamos para este contingente, que nos autorizaron para 79 personas pero que finalmente ha sido de 75”, afirma José Antonio Tierno, presidente de la Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte, que aglutina a 15 cooperativas y representa a unos 2.500 agricultores de la comarca.
El presidente de la Agrupación explica que este contingente se ha desplazado hasta la zona únicamente para cubrir estos puestos de trabajo durante la campaña de cereza, que tiene la particularidad de ser corta. “Lo ideal hubiera sido encadenar con la campaña de otro cultivo en la región, que es en lo que también trabajamos, en coordinarnos entre las cooperativas para aprovechar al máximo las soluciones que ya estamos dando a la falta de mano de obra”, reseñaba Tierno.
El proceso de contratación se ha llevado a cabo cumpliendo con los requisitos establecidos por la normativa GECCO, que permite la incorporación temporal de trabajadores extranjeros desde sus países de origen, con todas las garantías laborales y de retorno. Estas personas no pertenecen a la Unión Europea ni disponen de permiso de residencia en España, por lo que la contratación debe ser muy específica y limitada en el tiempo.
Además del contrato, que en este caso es de dos meses, el programa exige a las empresas facilitar un alojamiento digno y organizar los desplazamientos, algo que la Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte ha cumplido con todas las garantías.
“Ha habido aspectos que, aunque no han sido sencillos de resolver, como el alojamiento o el transporte al centro de trabajo, finalmente se han podido gestionar con esfuerzo y coordinación. Sin embargo, otros elementos han resultado especialmente complejos y nos han obligado a ir aprendiendo sobre la marcha, como toda la parte burocrática: desde la tramitación documental, que nos llevó a tener que desplazar a las trabajadoras dos veces a Cáceres, hasta la asignación de médicos o la apertura de cuentas bancarias. En ambos casos hemos recibido el mayor apoyo posible por parte de las instituciones y entidades, pero la presión que supone atender a un contingente tan numeroso en tan poco tiempo acaba tensionando mucho el sistema. De cara al futuro, sería necesario disponer de mecanismos más ágiles y de mayor infraestructura, sobre todo por parte de la administración, ya que todo apunta a que esta realidad irá en aumento”, señalaba el presidente de la Agrupación.
Más allá de esta contratación puntual, el problema de fondo persiste y es la escasez de mano de obra local para cubrir campañas concretas en el campo. Aun así, la contratación de estas trabajadoras extranjeras es un ejemplo de cómo las cooperativas agroalimentarias extremeñas están actuando con responsabilidad y previsión para garantizar la continuidad de sus campañas y la calidad del producto. En un contexto marcado por el relevo generacional, la falta de interés por el trabajo agrario y la competencia entre empresas del sector, iniciativas como esta muestran que el modelo cooperativo puede adaptarse y liderar soluciones frente a desafíos estructurales del campo.
